La hiperactividad es una etiqueta que actualmente se da a gran cantidad de chicos y chicas cuando empezamos a ver que son movidos e inquietos y con tendencia a molestar. Pero, ¿es esta percepción un diagnóstico que podamos dar a simple vista?
Entendemos por hiperactividad un trastorno de la conducta que se diagnostica desde los 4 años aproximadamente y que consiste en una alteración de orden neurológico que deriva en problemas para prestar y mantener la atención a cosas repetitivas y rutinarias como atender a una explicación, hacer los deberes, permanecer sentado en un viaje de coche que sea largo, terminar tareas ya comenzadas y que no tienen una solución inmediata…
¿Qué características o síntomas son los que nos deben dar la señal de alarma?
o El chico/a va de un sitio a otro constantemente
o Se levanta y se sienta repetidamente
o Hace las cosas muy deprisa para terminar lo antes posible
o Al realizar las tareas a gran velocidad los errores son constantes
o Al no fijar la atención en conversaciones y tareas, tienen dificultad para recordar lo visto y oído minutos antes
o La energía del chico/a nos sobrepasa a diario
o Este tipo de personas no se para nunca a leer una instrucción o enunciado de forma completa, leería un poco y daría una respuesta impulsiva
o Son altamente desordenados
o Tienden a romper juguetes y cosas sin intención de ello
Estos síntomas se manifiestan en el hogar, en el ámbito escolar y demás áreas de la vida. El que los síntomas se den sólo en un ámbito excluye un diagnóstico de hiperactividad. El hiperactivo no elige la situación en que quiere ser hiperactivo, le sucede y no puede evitarlo. Ej: si corretea constantemente lo hará en casa de sus padres, abuelos, amistades y en el colegio… en todos los lugares.
¿Qué hacer si pensamos que nuestro hijo/a es hiperactivo? Lo primero es no dar por hecho que tenemos un hijo hiperactivo. Son los profesionales los encargados de decir si nuestro hijo/a padece este trastorno. Si nuestro hijo está ya en el ámbito escolar (lo más normal desde los 3 años), podemos empezar por entrevistarnos con el tutor/a y determinar si hay indicios de hiperactividad reales y tomar medidas ante el posible problema que haya; hablando con este profesional nos daremos cuenta si el chico/a tiene la misma conducta en el colegio, en casa, en el recreo, fuera en la calle… Si el comportamiento es consistente tomaremos medidas consensuadas con su profesor/a y si el problema no se resuelve deberíamos consultar con un psicólogo o con un orientador escolar. Normalmente, este profesional determina si existe el problema, nos ayuda a tomar más medidas psicoeducativas y nos puede indicar si es pertinente que un pediatra o neurólogo certifique el problema. Pero atención, una vez llegados a este punto, será exclusivamente labor del pediatra o neurólogo valorar la pertinencia de medicación y prescribir las dosis adecuadas y personalizadas; no debemos medicar nunca a los chicos/as sin prescripción facultativa, hay que olvidar la antigua receta de darles un tranquilizante porque sí, además de nocivo para la salud a estas edades agravará los síntomas.
De todas formas, lo que sí podemos es tener algunas pautas y consejos en cuenta a la hora de convivir y ayudar a estos chicos y chicas:
1. Decir lo que el niño/a hace mal pero no llamarlo “malo”, no criticar su comportamiento
2. Establecer pocas y muy claras normas de disciplina con consecuencias inmediatas, inevitables y claras
3. Ante una orden o tarea, las instrucciones deben ser claras, concisas y concretas
4. Ofrecer tareas cortas y no repetitivas
5. No discutir con el chico, decir las cosas una vez y ya está. La discusión sólo sirve para que el chico/a evite la realización de la tarea
6. Es aconsejable no tener a este tipo de chicos/as todo el día en casa ni evitar sus salidas a fin de no tener conflictos. Lo mejor es buscarles actividades lúdico- deportivas que les ayuden a gastar su exceso de energía
7. Al ser los padres modelo de sus hijos/as, si yo evito actuar impulsivamente y comento a mi hijo/a como tomo decisiones y cómo actúo en voz alta, estoy ofreciendo un modelo alternativo y positivo. Hay que evitar amenazas y castigos físicos.
8. Para los viajes largos, llevar juegos y entretenimientos para evitar conflictos durante el viaje.
9. En clase, evitar que estén sentados en última fila o rodeados de alumnos/as con tendencia a molestar.
10. Solucionar un problema tras otros y no todos a la vez. ¡Paciencia!
11. Cuando se le habla al chico/a mirarle a los ojos y preguntarle qué hemos dicho para asegurar que nos prestaba atención
12. Decir más lo que hace bien que lo malo.
13. Tener horarios y rutinas fijas
14. Reducir los adornos de los dormitorios y de las aulas donde pasan mucho tiempo.
15. Cualquier conducta positiva debe recompensarse sobre todo con atención y halagos.
Para más información o dudas preguntar en el Departamento de Orientación del IES Virgen del Castillo.
17 de febrero de 2010
En mi modesta opinión, como secretario de la asociación ACANPADAH, añadiría a los síntomas ya expuestos:
ResponderEliminar- sentimiento de incomprensión, cuando llegan a la adolescencia, al descubrir -ya tarde- su especial característica de comportamiento, que no es compartida por la mayoría.
- baja capacidad de integración en grupos sociales, que podría llevar a un diagnóstico erróneo de anti-social.
- baja autoestima, derivada de los "problemas añadidos" que trae el transtorno de hiperactividad ya comentados.
- fracaso escolar, o en el mejor de los casos, no llegar a desarrollar su potencial devido a su distinto ritmo de aprendizaje y problemas con la disciplina en los centros educativos.
No nos olvidemos tampoco, los niños y niñas con Déficit de Atención sin Hiperactividad, que también los hay, y muestran una tipología comportamental similar, aunque sin el factor de excesiva movilidad que muestran los hiperactivos.
Un saludo
Gracias por la aportación. De todas maneras en el artículo no pretendemos ser exhaustivos sino dar una visión general y útil a las familias sobre los TDAH, por lo que sólo hemos seleccionado algunos síntomas (fácilmente observables) estrechamente ligados a la hiperactividad. La baja capacidad de integración, baja autoestima y fracaso escolar pueden correlacionar con multitud de casuísticas.
ResponderEliminarEn cualquier caso, su aportación sirve para ampliar información y se la agradecemos.
Un saludo